Prologo:
Este es uno de los libros
más indispensables en los noventa. Al proponerse entender a esas industrias de
las respuestas y la consolación que son los medios masivos, que no solo se
dedica a asediarlas con preguntas y preguntas; si no por el contrario se dedica a cambiar los
interrogantes que habían organizado los estudios sobre la comunicación en los
años precedentes.
Los pioneros en la
investigación de los medios trataban de
saber cómo estos manipulaban las audiencias, la expansión de la radio, el cine
y la televisión los llevo a creer que llegaron a sustituir las tradiciones,
creencias y solidaridades históricas, por nuevas formas de control social. Este
libro esta aparte estos supuestos. Desde un punto de vista menos ingenuo de cómo
cambian las sociedades con las nuevas tecnologías, indaga como se fue
desarrollando la masificación antes de llegada de los medios electrónicos. Por
medio de la escuela, iglesia, literatura de cordel, el melodrama, la
organización masiva de la producción industrial y del espacio urbano.
Al decir que las sociedades
modernas fueron teniendo los rasgos de los que se culpa a los medios mucho
antes de que éstos actuaran, se desmoronan varios lugares comunes del aristocratismo
y del populismo. La cultura contemporánea no puede desarrollarse sin los
públicos masivos, ni la noción de pueblo —que nace como parte de la masifícación
social— puede imaginarse como un lugar autónomo. Ni la cultura de élite, ni la
popular, hace tiempo incorporado al mercado y a la comunicación
industrializada, son reductos incontaminados desde los cuales se pudiera
construir otra modernidad ajena al carácter mercantil y a los conflictos
actuales por la hegemonía.
Para cumplir estos objetivos
la obra de Martín Barbero atraviesa varias disciplinas. Puesto que desplaza el
análisis de los medios a las mediaciones sociales, no es sólo un texto de
comunicación. Bien informado de la renovación actual de los estudios
sociológicos,: antropológicos y políticos, parece un libro escrito para confundir
a los bibliotecarios.
La democratización de las
sociedades contemporáneas sólo es posible a partir de la mayor circulación de
bienes y mensajes. Esta facilidad de acceso no garantiza que las masas
comprendan lo que sucede, ni que vivan y piensen mejor. La modernidad, y el
contradictorio lugar de los pueblos en ella, son más complica- dos que lo que
suponen las concepciones pedagógicas y voluntaristas del humanismo político.
¿Dónde encontrar ahora los
argumentos para ese optimismo? Martín Barbero se aleja del indigenismo y el
populismo, y considera que las esperanzas nuevas se afincan más bien en los
sectores populares urbanos. En las "solidaridades duraderas y
personalizadas" de la cultura barrial y de los grupos artísticos, en los
graffitis y en la música juvenil, en los movimientos de mujeres y de pobladores
pobres, ve los resortes de una "institucionalidad nueva, fortaleciendo la
sociedad civil". Se pueden hacer a esos agolpamientos críticas semejantes
a las destina- das a los movimientos populares tradicionales, porque también
reproducen estereotipos y jerarquías injustas de la cultura hegemónica. Sin
embargo, el conocimiento de sus hábitos de consumo y apropiación de las
industrias culturales, así como de las formas propias de organización de la cultura
cotidiana, son algunos de los caminos para pasar de las respuestas que
fracasaron a las preguntas que renueven las ciencias sociales y las políticas
liberadoras.
Néstor García Canclini
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